El altar de muertos, también conocido como ofrenda del día de muertos, es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas del Día de muertos, que consiste en instalar altares domésticos en honor a los muertos de la familia donde se ofrecen alimentos, velas, flores y objetos de uso cotidiano del difunto.
El altar de muertos es una construcción simbólica resultado de las ideologías prehispánicas, la cosmovisión endémica de las culturas mesoamericanas y las creencias religiosas europeas de carácter abrahámico traídas por los conquistadores y misioneros españoles encomendados a la colonización y conversión de los pueblos nativos del actual territorio mexicano.
Los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles. El altar de muertos es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos. La representación de los altares de muertos ha cambiado a través de los siglos desde la introducción de la religión católica en el México prehispánico, esto debido a que se han incluido elementos simbólicos que no pertenecen a las culturas mesoamericanas, como imágenes religiosas católicas (rosarios, crucifijos e iconos sacros).
Tanto los altares, como las ofrendas son nuestra muestra de cariño hacia los muertos mejor conocidos como seres del más allá.
La construcción y representación del altar de muertos varía según la idiosincrasia y los elementos disponibles en una determinada región, así como de la cosmovisión de las diferentes culturas y etnias.
Los niveles en el altar de muertos representan la cosmovisión, regularmente representando el mundo material y el inmaterial o los cuatro elementos, en cada uno de ellos se colocan diferentes objetos simbólicos para la cultura, religión o la persona a la que se le dedica el altar.
En diferentes culturas, particularmente en la azteca, se creía que existía un proceso para nacer y otro para morir. Así, cuando el alma abandona el cuerpo físico debe pasar una serie de pruebas o dimensiones para llegar al ansiado descanso. En la cosmovisión azteca el alma de una persona debía pasar ocho niveles en el Mictlán (inframundo de aquellos que mueren de causas naturales), cada uno representaba una prueba que les permitía llegar al noveno nivel en el que se encontraba Mictlantecuhtli (Dios del Inframundo) y su esposa Mictecacíhuatl (Señora de la Muerte), llegando al descanso eterno. El dios azteca Xólotl era el psicopompo (guia de las almas en el camino).
Este comienza cuando una persona de la casa enciende las velas del altar susurrando los nombres de los difuntos, se reza pidiendo el favor de Dios para que lleguen con bien, los familiares se sientan a la mesa y comparten la comida preparada para el festín, escuchando música del agrado del difunto, se habla sobre las novedades de la familia, se recuerdan anécdotas del difunto y se pide por la intercesión del difunto a Dios.
El festejo es un reencuentro con los difuntos, aunque breve, feliz, con la promesa de alcanzarlos en el más allá, llegado el momento.
Al término se apagan las veladoras y se despide a los espíritus, deseándoles buen viaje de regreso al más allá y pidiéndoles que retornen el próximo año.
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